martes, 1 de abril de 2014

Cercanos a una posible deflación



Aitor Alonso Delgado Lucas

Una de las noticias que han tenido gran impacto a nivel económico recientemente ha sido la creencia de que España pueda estar cerca de entrar en un proceso deflacionista. La inflación es el aumento generalizado y continuo de los precios de una economía, y la deflación es justo el proceso contrario, la disminución continua y generalizada de los precios. A lo largo de la historia, se han creado políticas económicas para poder controlar la inflación, debido a que siempre ha existido un miedo hacia ésta pero, ¿por qué se teme también a la deflación?


Desde mediados del año 2013, el Índice de Precios al Consumo (IPC) de España con respecto a la Unión Europea se ha mantenido por debajo, como muestra la gráfica siguiente con datos obtenidos de Eurostat y Global-rates:





Como podemos ver, la tendencia ha sido negativa en ambos caso, siendo más acusada la caída en el caso de España, llegando a ser cero o negativa en los últimos meses.
La deflación aparece en la situación en la que la oferta agregada supera a la demanda agregada, debido a un exceso de oferta agregada o a una escasez de demanda agregada. En la situación actual de España, con las medidas tomadas por el gobierno para afrontar la crisis es de esperar que la demanda agregada se haya visto reducida considerablemente. Aunque pueda haber gente que piense que la deflación es buena, ya que al disminuir los precios, el consumidor puede permitirse adquirir más bienes con un menor gasto, la deflación acarrea tanto consecuencias positivas como negativas para la economía.
Por un lado, la deflación puede traer consigo un efecto positivo en la economía debido a que, una disminución en los precios genera que el salario real de los trabajadores se vea aumentado al incrementar su capacidad de compra. Las empresas deciden disminuir el número de trabajadores e invertir en equipo capital, lo que genera a su vez que aumente la productividad de los trabajadores lo que conlleva un nuevo aumento del salario de estos (efecto Ricardo), y un incremento aun mayor de la deflación al verse aumentada la oferta del mercado.

Sin embargo, la deflación es un proceso que crea un círculo vicioso a partir de la disminución de la demanda agregada que lleva consigo que las empresas vean disminuidos sus beneficios y se vean obligadas a disminuir los precios para aumentar sus ventas. Al disminuir sus precios deben reducir costes, lo que significa tener que reducir el número de empleados. Si aumenta el número de parados generado por los despidos de las empresas, la demanda agregada de bienes se ve disminuida nuevamente ya que los desempleados disminuirán su consumo. Este proceso se repetirá continuamente hasta que se tomasen medidas al respecto.

Una de las últimas consecuencias en las que puede desencadenar el proceso deflacionario es la Trampa de la liquidez, desarrollada por John Maynard Keynes. La trampa de la liquidez es una situación en la que los tipos de interés nominal se mantienen muy bajos y próximos a cero. Debido a esto, los ciudadanos tendrían preferencias a mantener su dinero en mano, sin intención de invertirlo ya que no obtendrían ninguna rentabilidad. Un aumento de la cantidad de dinero en la economía no conseguiría aumentar el tipo de interés nominal ni mejorar la economía, como se puede observar a continuación:



Conseguir salir de la trampa de la liquidez es muy complicado, ya que una vez que los tipos de interés nominal estén cercanos a cero, la única manera de mejorar es aumentando las expectativas de inflación. Esta acción, que debe de llevar a cabo el gobierno, no será creíble para los agentes económicos debido a que la mayoría de las políticas que realiza el gobierno lo que buscan es todo lo contrario (disminuir las expectativas de inflación).
Si realmente continuamos esta tendencia a la baja del IPC, y seguimos acercándonos a un periodo deflacionista, ¿será el gobierno capaz de controlar la situación?

Para evitar entrar en un proceso deflacionario, el gobierno debería de llevar a cabo una política fiscal expansiva basada en la reducción de impuestos, lo que generaría un aumento de la demanda agregada, y aumentos del gasto público en educación, infraestructuras, etcétera. También, y debido al elevado desempleo en España, el gobierno podría facilitar a las empresas y ciudadanos créditos a un bajo tipo de interés para poder aumentar el consumo de los mismos, ya que la gran mayoría no puede permitirse tener un alto nivel de consumo.

Hemos podido ver que la deflación es perjudicial como la inflación, por lo que la mejor opción es intentar mantener el índice de precios entorno a cero, lo cual es un objetivo que a lo largo de la historia se ha buscado y difícilmente ha sido conseguido.

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