Alejandro Gutierrez Gil
El Sistema Financiero es especial.
Ya sea para consumir, para realizar inversiones, para constituir negocios
empresariales… es un sistema básico de la economía. Con la crisis actual se ha
puesto de manifiesto que la falta de
regulación así como el exceso de
riesgo en las operaciones financieras es parte importante de los problemas
acontecidos. Pero, ¿qué hay detrás de la concesión de créditos tan numerosa que
se produjo antes de la crisis? ¿Por qué existe ahora racionamiento del crédito?
A continuación se proponen una
serie de reflexiones tan básicas como importantes de cara a conocer que hay
detrás de estas cuestiones.
El modelo bancario de
impagos
Vamos a suponer una entidad financiera o banco, uno solo, que
abre hoy mismo y que no existe incertidumbre en sus operaciones. Por un lado, el
banco obtendrá unos ingresos cobrando comisiones de sus productos, además de tipos
de interés por créditos que conceda. Podrá también obtener ganancias por los
avales o garantías que cobre, al producirse un impago en un crédito. Por otro
lado, para simplificar las cosas, los posibles gastos que tendrá el banco
quedarán meramente en los impagos que se puedan producir, conllevando
lógicamente tal pérdida de ingresos por el tipo de interés dejado de cobrar más
una multa.
La función simple de beneficios del banco, de acuerdo a lo
anterior es esta:
Y (i, n, j)
= (C*i) + (I*i) + (P*n*I) +A*j-P*j*(I+0.05)
Donde Y es el
beneficio del banco y lo demás:
C=Proporción de
ingresos en COMISIONES; I=Proporción de ingresos en INTERESES; A=Proporción de AVAL
requerido por crédito; P=Porcentaje dedicado a PRÉSTAMOS; Evidentemente, 1-P =
COEFICIENTE DE CAJA = reservas del banco
i= nº productos
vendidos; j=nº créditos SIN pagar; n= nº créditos totales concedidos; k=bienes
vendidos.
Supongamos, que el
banco, otorga una importancia a cada elemento. Así, por comisiones, obtendrá un
15% de sus ingresos, y el tipo de interés que cobrará será del 20%. El aval
será del 45%, y de cada 100€, se prestarán 98, que es lo que indica P.
C=0.15; I=0.20; A=0.45; P=0.98;
Y (i, n, j) = (C*i) +
(I*i) + (P*n*I) +A*j-P*j*(I+0.05)
Analizándolo,
quedaría que el banco ingresa comisiones por productos vendidos C*I, tipos de
interés por productos vendidos I*i, más un interés por los préstamos que
concede P*n*I, más los avales por el número de créditos impagados A*j. De
costes, tendrá la pérdida del tipo de interés más una multa por los préstamos
impagados P*j*(I+0.05).
La función o expresión,
muestra muy fácilmente qué cosas usa el banco como ingresos y qué cosas como
costes. Es en definitiva, una simplificación muy básica de la situación real de
este sistema financiero, que sirve para mostrar los resultados esperados.
Pongamos por caso, que
usamos como expresión del beneficio del banco:
Y
(i, n, j) = (C*i) + (I*i) + (P*n*I)-P*j*(I+0.05)
Es la misma que la
anterior, solo que sin el componente de
A*j. Con esta expresión, para unos valores por ejemplo, de i=250 (se venden
250 productos), j=15 (15 impagos), n=150 (créditos totales), el banco obtiene
beneficio máximo dados estos datos. Recordamos, sin cobrar aval o garantía. Sin
embargo, el mero proceso siguiente, hace que todo cambie. Sin modificar el
número de productos vendidos “i” que venda el banco (depósitos etc.) se puede
observar como de 150 créditos = n, solo 15 = j son impagados, es decir, la
gente no puede pagarlos o no lo hace. Lejos de mostrar aquí como se realizan
las operaciones, y como lo que interesa son los resultados, siguiendo la lógica
que se aplica, si cambiamos la j o número de impagos de 15 a 50, el resultado
es el siguiente. Como es una parte de la función negativa para el banco, mayores impagos reducirían el beneficio.
En principio esto no es nada fuera de la lógica. Pero entonces, ¿es así como
funciona un banco? Devolvamos a la expresión la parte de la garantía, la
expresión en negrita destacada de nuestra función de maximización del banco. Un
aval por ejemplo, del 45% de los créditos impagados, algo bajo, pero que nos
explica muy bien su funcionamiento.
Y (i, n, j) = (C*i) + (I*i) + (P*n*I) +A*j-P*j*(I+0.05);
Recordemos que seguimos
con los valores de i=250 (se venden 250 productos), j=15 (15 impagos), n=150 (créditos
totales), pero ahora en esta nueva expresión.
Tras hacer los cálculos, simplemente
sustituyendo los valores en la expresión, se puede ver como el banco aumenta su
beneficio ahora respecto a la situación anterior. Es decir, que el banco, con
el aval, para los mismos datos, obtiene mayores beneficios ahora. Lógico, si se
aseguran los impagos, se obtendrá mayor beneficio que antes. Pero no queda todo
ahí. El resultado más llamativo de todos es el siguiente: si se aumenta j=50 (el número de impagos de 15 a 50) el beneficio
aumenta, porque con el mecanismo del aval, el riesgo de que el cliente no
pague, se cubre de sobra, de forma que es de tal importancia el aval o
garantía, que no es muy relevante perder los intereses que no se cobrarán, hasta
el punto, que se prefiere que se produzcan impagos en cierta manera. Por eso, al seguir aumentando j (los
impagos), el beneficio sube. El aval
bancario es un mecanismo que transforma posibles menores ingresos del
banco por impagos en mayores, logrando que a mayores impagos, mayor beneficio.
Es decir, es tal la capacidad del banquero, que ha convertido algo que le hacía
perder dinero, en algo que le da dinero, por eso el banco trata de maximizar
beneficios concediendo multitud de créditos, porque de una forma u otra los
tiene garantizados. Sin embargo como todos los excesos, el entrar en una
espiral como la vivida antes de la crisis de concesión excesiva hace que la
acumulación de riesgos suba y la acumulación de avales (en el caso de España
las viviendas) caigan de valor y no sean lo suficientemente valiosas para que
este mecanismo se cumpla.
Modelo bancario-cliente-empresa
Como en una relación banco
cliente, no solo existe la parte del banco, se
introduce la felicidad del cliente en estas operaciones.
U(n, j)= log ((P*n) ^2)-(A*j)-(I*n)
Esta función, es la de
utilidad o felicidad del cliente, a la hora de la concesión de préstamos de los
bancos, que depende de los créditos que se conceden en la economía = n, y de
los impagos = j. Un cliente aumenta su felicidad si se conceden créditos, porque
esto le da opción a poder iniciar una actividad empresarial, de consumo etc. Pero
llegado un momento, como endeudarse en exceso no es bueno porque se ha de
devolver, esa felicidad va siendo cada vez menor, por eso, en la expresión de
la felicidad o utilidad aparece un logaritmo. P*n es los préstamos concedidos
por el porcentaje que se concede, es decir, cuánto dinero circula en la
economía en forma de préstamo o crédito. Por otro lado, con signos negativos,
está el aval que ha de entregar el cliente sino paga, A*j, es decir, aval por
numero de impagos, y el tipo de interés por el número de créditos concedidos
I*n, que es el coste que soporta un cliente no incumplidor. La función o
expresión del cliente pues, tiene una parte positiva, que refleja la voluntad
de que haya créditos en la economía y otra parte negativa, que es el tener que
pagarlos, y en función de si el cliente es moroso o no.
Pues bien,
calculando en el modelo, con aquello de i=250 (se venden 250 productos), j=15 (15
impagos), n=150 (créditos totales), resulta que la utilidad de los clientes si
pasa j=impagos de 15 a 50, disminuye. Evidentemente,
si hay más impagos, somos más infelices. Ya con ambas expresiones, es fácil
comprobar, que si se aumenta por ejemplo el tipo de interés I, el banco obtiene
mayores ingresos, y la gente pierde felicidad, como es lógico.
¿Por qué ha crecido tanto
este sector? La ampliación de la banca por multitud de zonas podemos explicarla
como sigue. Consiste en dar una razón de por qué hay muchos bancos, y no uno solo
enorme.
Vamos a suponer que
nuestro banco se sigue guiando por la misma función de beneficio.
Y (i,
n, j) = (C*i) + (I*i) + (P*n*I) +A*j-P*j*(I+0.05)
Y que
el cliente también refleja su felicidad de igual forma
U(n, j)= log ((P*n) ^2)-(A*j)-(I*n)
Pero
ahora i=25 (se venden 25 productos), j=5(5 impagos), n=15(créditos
totales). Es un banco pequeño. Si introducimos estos datos, veremos que el
beneficio máximo es de 12,7150 vendiendo todos los productos, y concediendo
todos esos créditos, con sus respectivos impagos. La utilidad del cliente, es
de 0,31. Pues bien, si multiplicamos el banco por 100 en tamaño, i=250 (se venden 250 productos), j=50 (50 impagos),
n=150 (créditos totales), resulta que el beneficio máximo del banco es de
127,15 y la utilidad del cliente es -19,93. El banco aumenta proporcionalmente
de ganancia, le da igual ser un banco grande, o ser 100 pequeños, que en suma,
darían lo mismo al multiplicar el volumen de negocio. Pero al cliente no, el cliente según el resultado los prefiere pequeños
y en multitud, porque lo que hay detrás de este resultado es que tienen más
poder de una forma indirecta, es decir, que el cliente obtiene más cercanía con
una entidad más pequeña, propiciando una mejor negociación de las condiciones.
Prueba de este resultado es la confianza de los clientes en las cooperativas de
créditos tradicionales. El banco obtiene igualmente el mismo beneficio con los
datos dados situando 1 banco grande que 100 pequeños y diversificados en el
negocio. Pero más repartidos, es más beneficioso para el cliente, por eso
existe una banca tan individualizada y cercana al cliente. Tratan de prestar un
buen servicio para tratar de mantener una mejor utilidad o felicidad al
consumidor y así poder ofrecer aún más productos y servicios, lo que les da mayores
beneficios. De forma contraria, el cliente perdería utilidad, no acudiría al
banco y al ser esto así no habría créditos ni impagos, consiguiendo pues el banco menores
beneficios. De nuevo entramos según esto, en una espiral excesiva de aumentar
incontrolablemente el número de entidades de crédito y el volumen de negocio,
con las consecuencias para la economía que ya conocemos.
Por el lado de las empresas, se muestra en
este modelo el incentivo a la deuda. Al obtener recursos para la financiación
empresarial, en nuestro país es un hecho la posibilidad de deducir en el
cómputo de impuestos sobre beneficios los intereses pagados a entidades de crédito
por préstamos. El por qué se produce es sencillo. Pongamos una empresa con las
siguientes características:
RP=proporción
recursos propios empresa (financiación); RA=proporción recursos ajenos empresa
(financiación); RS=remuneración capital socios; h=préstamos solicitados por
empresas.
Los valores
suponemos que son: RP=0.33; RA=0.66; RS=70; h=70;
Suponemos
que los recursos propios se ponderan menor a los ajenos en la obtención de
financiación empresarial. Pongamos k=1000, es decir, productos vendidos por la empresa. La
E = al beneficio empresarial.
E
(k) = k-90-RP*RS-(-RA*(h)*I)
Se puede ver como
en la expresión para simplificar, hay una parte positiva, las ventas de
productos, y otra negativa, en función de cómo se financie la empresa. Si es
con costes de capital propio -RP*RS es el
coste por su remuneración, y si es por capital ajeno, -(-RA*(h)*I,)
igual, salvo que se le paga al banco. Esta clave es de vital importancia. Si es
un coste, iría con signo negativo, pero lo que ocurre es que los intereses que
pagan las empresas al banco por créditos son deducibles, y no computan en su
minoración del beneficio. Por ello, es como un gasto menor, o un ingreso, como
se quiera ver. Por ello, la expresión lleva un doble signo negativo, porque es
un gasto menor, lo que hace que sea entendido como algo beneficioso. El
solicitar préstamos a entidades hace que tenga un coste, pero menores costes en
la cuantía de los intereses a pagar, lo que equivale a un mayor beneficio, que
si la empresa se financia con recursos propios. Es el claro reflejo del incentivo a endeudarse, por existir la
deducción de esos intereses.
Hasta
qué punto el endeudarse es bueno es algo a analizar y plantearse por los
gobernantes, para actuar sobre ello y ver en qué parte es o no necesario en lo
referente al capítulo de la deuda de nuestro país. La concesión de créditos
parece también algo imprecisa en España. Lo que parece obvio, es que sufrimos un
racionamiento crediticio a causa de las malas prácticas de años anteriores,
propiciadas por unas actuaciones que responden más a patrones lógicos de
intereses de maximización de beneficios que a una racionalidad de los negocios
bancarios. Las regulaciones y supervisiones futuras parecen la solución más
inmediata de este sector.