En
esta entrada, hablaremos sobre economía experimental y sus aplicaciones en la
investigación económica.
En
primer lugar, vamos a definir lo que denominamos economía experimental. Ésta
consiste en analizar cómo toman las decisiones los individuos mediante un
experimento que permita crear un entorno controlado.
La
economía experimental tiene multitud de aplicaciones, entre ellas la testación
de hipótesis procedentes de la teoría económica, que permitan explicar los
fallos de la misma; formular una nueva teoría; comprobar cómo se ve alterado el
comportamiento de los individuos tras la modificación de las políticas
económicas y/o el cambio en las instituciones y verificar si el mecanismo
diseñado otorga los resultados que la teoría económica.
Una
de las principales ventajas de esta metodología es que permite acercarnos a la
realidad, y no quedarnos en las predicciones teóricas que no la explican
correctamente. Uno de los principales fallos de la teoría económica es basar
sus predicciones en que los individuos actúan como “homo economicus”, comportamiento que en la realidad no tiene lugar,
debido a que los individuos tienen en cuenta otras cosas que el supuesto “homo economicus” no tiene.
Esta
metodología no está exenta de críticas. Una de ellas tiene por objeto revelar
que la forma de plantear el experimento puede condicionar las decisiones de los
individuos experimentales. Asimismo, hay quien dice que sólo el hecho de
participar en un experimento ya afecta a su comportamiento. Está crítica se ha
visto superada por los “field
experiments”, que consisten en analizar el comportamiento de los individuos
sin que éstos sepan que están siendo estudiados.
A
continuación, proponemos un ejemplo de un experimento económico real en el que
se pretendía contrastar si se cumplía la predicción teórica o, si por el
contrario, no se cumple dicha predicción.
El
experimento ha sido realizado con 41 alumnos de 4º de Grado en Economía, con
conocimientos de la teoría económica. La edad de los mismos está comprendida
entre 20 – 28 años, siendo 20 de los sujetos experimentales mujeres y el resto
hombres.
Tras la explicación del experimento al que se
sometían, expondremos posteriormente los resultados obtenidos por el mismo.
Las
instrucciones del experimento, conocidas por todos los sujetos experimentales
eran las siguientes:
“En este experimento existen
dos jugadores: jugador A ý B. Cada jugador será emparejado aleatoriamente con
otro de los jugadores presentes, y tomaréis vuestra decisión, una vez actuando
como jugador A y otra como jugador B, con las premisas recibidas en cada caso.
Al principio del juego,
todos recibiréis 25 euros. Tras ello, tomaréis vuestras decisiones como jugador
A; recibiréis 100 euros más y tendréis que decidir cuántos euros deseáis
transferir al jugador B, sabiendo que éste tiene la opción de penalizaros.
Una vez que el jugador B ha
visto la cantidad recibida por el jugador A, decidirá cuántos puntos de castigo
enviar al jugador A, sabiendo que cada punto de castigo enviado, tiene un coste
de 1 euro para el jugador B, mientras que para el jugador A tendrá un coste de
5 euros.”
La
teoría económica predice que en este juego, si los individuos son racionales,
el jugador B no penalizará en ningún caso al jugador A, porque su beneficio es
mayor si no penaliza que si penalizara. Sabiendo esto, el jugador A no
transferirá ningún euro al jugador B, ya que cuanto menos transfiera más
ganancias tendrá, y sabe que en ningún caso será penalizado por el jugador B.
Como
comprobaremos ahora, este equilibrio no se cumple en la práctica.
En
esta gráfica, el eje horizontal corresponde a los números asignados a cada
individuo, mientras que el eje vertical representa la cantidad de euros
traspasada al jugado B.
Como
se puede observar, existen donaciones mayores que cero, lo que contradice la
predicción teórica de que los individuos transferirían cero euros. De hecho, la
donación media se sitúa alrededor de 27 euros. Por tanto, se contradice la
predicción teórica.
Por
otro lado, el modelo teórico predecía que desde la perspectiva de jugador B, no
sería beneficioso enviar puntos de castigo al otro, independientemente de la
cantidad de euros recibida. Sin embargo, en este experimento 24 de los
individuos sí penalizaron al otro jugador, suponiendo un 58% de la muestra. Una
vez más, se contradice la predicción teórica.
Podemos
concluir que el modelo teórico no explica la realidad correctamente.
Para
finalizar nuestra entrada, queríamos aprovechar para animar a todo aquel que se
interese por el tema a realizar experimentos económicos que, desde nuestro
punto de vista, tienen la ventaja de que nos llevan a interactuar con las
personas, al mismo tiempo que nos llevan más allá de las fórmulas y de los
modelos teóricos. Este campo presenta otra ventaja adicional, al ser una rama
de la economía joven, en la que aún queda mucho por abordar y en la que es
posible obtener reconocimiento académico. Citar como ejemplo de ello al ganador
del premio Nobel de Economía en 2002,
Daniel Kahneman.
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