Isabel Montero
Ucrania vive probablemente los
momentos más tensos de su historia reciente y va más allá de las crisis del
gas. Uno de los nombres con los que ha sido bautizado el conflicto es
EuroMaidán, en referencia a las manifestaciones en favor del acercamiento a la
UE que tienen como epicentro la plaza de la Independencia de Kiev.
En noviembre, Yanukovich anunció la renuncia a un acuerdo de asociación
comercial con la Unión Europea y el acercamiento a Rusia. Las razones
esgrimidas fueron la conveniencia de llevarse bien con Moscú, proveedor de gas
imprescindible del país, y que podría sancionar a Kiev por coquetear con
Bruselas.
Desde noviembre, Moscú ha
agradecido el gesto con fondos que alivian la maltrecha situación económica de
Ucrania. La decisión, tras años de negociaciones con Bruselas, fue el detonante
de numerosas protestas de los que temen la influencia de Moscú y anhelan
ingresar en una UE que protege las libertades fundamentales.
La situación geográfica de
Ucrania, sus 46 millones de habitantes y su cercanía tanto a la UE como a Rusia
hacen del contencioso un conflicto de implicaciones globales. Es el centro del pulso entre Bruselas y Moscú, que se juegan
una influencia decisiva en una zona clave por motivos energéticos (por allí
pasan gasoductos vitales) y geoestratégicos.
Tras lo ocurrido durante la última
semana en Kiev, el foco del conflicto en Ucrania se traslada a la Península de
Crimea. Lo que ocurra en esta región será determinante: ¿Puede degenerar la
situación en una guerra civil? ¿Seguirá interviniendo Putin militarmente?
¿Seguirá Ucrania siendo un país o camina hacia la secesión?
El líder ruso ha estado siempre
obsesionado con Ucrania y aseguran que si desaprovecha la ocasión para
recuperar Crimea pasará a la historia como una oportunidad perdida para el
Kremlin.
Por otro lado, a pesar de formar
parte de Ucrania, la mayoría de los ciudadanos de Crimea son de origen ruso.
Además, en una encuesta realizada hace dos años dentro de Rusia, el 70% de los ciudadanos rusos consideran Crimea como
parte de su país. En comparación, sólo el 30% considera que Chechenia es
parte de Rusia (curiosamente Chechenia sí es parte de la Federación Rusa
mientras Crimea forma parte de Ucrania). Durante los últimos días, la mayoría rusa de Crimea ha salido a la calle
para protestar contra el gobierno recién instalado en Kiev, que consideran
ilegítimo. Exigen un referéndum donde puedan decidir si Crimea: a) sigue
formando parte de Ucrania, b) se integra en Rusia o c) declara su
independencia.
El desbarajuste en Ucrania dispara
los precios de alimentos esenciales. No sólo las cotizaciones internacionales de petróleo y gas natural se ven
tensionadas por el conflicto geoestratégico entre Rusia y Ucrania. También
los alimentos e incluso algunos metales han disparado su precio, porque
hablamos de grandes exportadores de commodities.
Desde 2002 la economía ucraniana ha multiplicado por 6 la exportación de maíz,
lo que la ha convertido en el tercer país que más mazorcas vende del mundo. ¿Y
qué ha pasado con el maíz esta semana? Ha subido de unos 460 a unos 500 dólares
por fanega, porque cuando se da una situación así los mercados actúan con mucha
rapidez.
Además el
conflicto energético continuará, Rusia por un lado quiere diversificar su envío
de gas y que el 80% no pase por Ucrania, con un gaseoducto que están
construyendo y empezará a funcionar en 2015. Pasará junto a las costas de
Crimea pero sin entrar. Moscú tiene
miedo de que Ucrania cierre el paso a la vía de gas, pero la situación no
es tan dramática porque hemos tenido un invierno suave y las provisiones de gas
son elevadas, incluso para cuatro meses. Pese a todo, un corte en el suministro
se traduciría en una subida rápida del precio, lo que afectaría gravemente a la
industria centroeuropea y muy en especial a Alemania. Al menos, España tiene la
relativa suerte de que no se vería muy afectada a nivel energético si las
relaciones Kiev-Moscú se complicaran aún más. No se vería afectada porque no
importa gas de Rusia, sino de Oriente Próximo y Argelia, que supone un 53% del
total. Sí nos veríamos afectados en un corte de petróleo, pues un 15% del que
consume el país es ruso.
¿Qué va a pasar ahora? Todo dependerá del comportamiento
de Yanukovich, cuya popularidad cae en un clima casi de guerra civil y que
difícilmente ganará las elecciones de dentro de un año.
Si la UE impone sus sanciones,
EEUU hace lo propio y los manifestantes intensifican su protesta, el presidente
podría no tener más remedio que rectificar y hacer algunas cesiones con el
objetivo, como mínimo, de ganar tiempo.
Pero Yanukovich no está dispuesto
a irse y pretende aferrarse al poder, apoyado por una parte de la población muy
considerable que no tiene anhelos europeos.
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